top of page

11. 25 de febrero de 2016 o El fin del principio

Hoy el departamento de admisiones del Master en Arte de la Universidad de Iowa me informó que you were not among those selected for admission by this program. Parece que estoy condenada a ser esposa en Iowa. Él dice que no me eligieron porque no hice lobby, no fui a pasearme por sus pasillos para convencerlos de que soy la persona ideal para participar en su programa. Yo digo que me cago en las formalidades, que me niego a hacer publicidad de lo que sé hacer y que mi trabajo debería hablar por sí mismo. Tal vez es una excusa para no aceptar que simplemente no estuve a la altura de los demás, que hay gente más apropiada, con más obra, con talento descomunal, con el título de Licenciatura ya encarpetado y más de un 100 en el Toefl. La burocracia de las instituciones me agujerea el estómago. Prefiero pensar que perdí dignamente enfrentada a grandes artistas que merecían el lugar más que yo. Por su obra. Por su convicción en lo que hacen. Por su pasión. Otra vez me tengo que replantear todos los aspectos de mi vida. ¿Estoy haciendo lo correcto? Si esto es lo que tenía que pasar para dar lugar a que que surja lo que debería pasar, si pasa, ¿cómo voy a saber reconocerlo?


¿Qué es lo correcto?


Cuando nacemos deberían darnos un manual con instrucciones para saber qué hacer cuando no tenemos ni idea de cómo seguir. Me siento como en ese sueño que tenía de chica en el que estaba sobre la mesa del comedor de la casa de mi abuela y todo se inundaba con agua de mar, algosa y con tiburones.


*


Tengo el cuerpo ansioso, atento. Como si debiera andar como una lechuza girando el cuello para descubrir lo que está ahí atrás, en la sombra. Lo que todavía no puedo ver. ¿De dónde sale la capacidad para creer en lo que uno tiene para decir, para mostrar? ¿De dónde saco la convicción de que todo lo que hago tiene sentido? No tengo otro lugar donde ponerlo, lo escupo y lo lanzo como un cohete de esos que tenía mi primo cuando éramos chicos y con el que no me dejaban jugar porque era para varones, y lo tiro con toda mi fuerza, esa que contuve durante tantos años y que cuando nos tocaba jugar al softball en la escuela no me salía, o, mejor dicho, no soltaba porque estaba toda apretada en la panza, porque si largaba la fuerza largaba todo y era tanto que hubiese sido como mearme encima adelante de todos los chicos del colegio, esos que se burlaban de que era gorda y triste, esos que cuando mi cuerpo tomó la forma esperada de las mujeres que conquistan en el secundario trataban de invitarme a bailar, esos de los que me hubiese encantado vengarme pero no, porque en el fondo no, ellos no tenían la culpa de mi mundo encerrado y oscuro que tanto quise ocultar, tanto que me lo comí entero y que todavía hoy voy caminando por ahí y sin querer escupo un pedazo como una nube o a veces algo más feo como un charquito negro que huele a vencido, y otras veces son como mariposas grises, esas que se comen la ropa, polillas, polillas plumosas y llenas de polvo que se me escapan sin que sepa por las orejas o por algún orificio mientras yo trato de alinear los chacras y entender por qué tengo algunos podridos y de dónde saco esa energía nueva para sanar, que ya ni todas las piedras ni todas las plantas mágicas del mundo parecen servir, y no será que me agarro de todos estos bordes para darme razones, excusas para dejarme ser, para que no importe más nada, para por fin liberarme de todo lo que todo todo tanto tiempo sin llorar, tanto tiempo sin decir, tanto tiempo esperando en un rincón, callada, esperando a que él me quiera, esperando a que me mire y así me de autoridad, así me de permiso, porque el otro día cuando tuve una clase de yoga con un profesor hombre y mayor y me comporté de esa forma en que esperaba que él me notara, que él viera lo bien que lo hacía, lo bien que me salía el padahastasana con las manos y las rodillas como él lo había enseñado, ahí me di cuenta de que lo sigo haciendo, de que me sigue haciendo falta esa atención del que tiene la autoridad, del que es hombre y mayor y sabe y me hace sufrir porque no me mira y en realidad si me mira pero a escondidas, y siempre me pide más, y no me felicita, sino que más, vos podes más, y me paso la vida haciendo ese esfuerzo, el esfuerzo para que él sepa que estoy ahí, y al final dejo de ser yo porque quiero ser lo que él espera, y si él sigue esperando yo sigo sin ser, y me reviso los chacras y me doy cuenta de que están todos torcidos porque no soy sino el reflejo de su mirada, entonces sé que tengo que empezar de nuevo, empezar a nacer y a crecer y a darle mi forma a todo de nuevo, desde el principio pero rápido, el principio pero acelerado, porque ya tengo treinta y tres, el principio en el que él no era él y yo no era yo y entonces nadie le debía nada a nadie, y si me libero de eso, de todo ese peso, del dolor, y las cosas vuelve a su lugar natural, al de la corriente del tao donde todo fluye como debería, entonces capaz así me encuentro y me perdono y me empiezo a querer de verdad y todo todo todo este pasado puede quedar como tal, como pasado, como eso que ya no es y que ya no me afecta, pero, ¡ah!, quien pudiera de una vez por todas dejar descansar a todos sus muertos en paz.


*


Mientras tanto, me puse a buscar MFAs en Photography en el Art Institute de Chicago, una especie de fantasía con la venganza institucional de que me acepte una escuela de Arte mejor que la que me rechazó. Una escuela que no podría pagar. Y que estaría en una ciudad en la que no está mi marido ni su comunidad de ardillas latinas. Otra vida. Y reviso la obra de los alumnos del MFA del Art Institute y también de los de Iowa y es otra cosa: paisajes intervenidos por el hombre. Rincones. Paredes. Estacionamientos. Baldíos. Campos. Arquitectura. Otra cosa. Me aburre. Es desalmado. Pura nada. No me hace pensar en nada. No me deja sentir. ¿Seré demasiado romántica para la postmodernidad? ¿Será que los que venimos de países subdesarrollados tenemos demasiada pena? ¿Que nuestra autocompasión sobredimensionada no nos deja preocuparnos por lo que pasa en el mundo? ¿O somos eso que le pasa al mundo que los del primero salen a buscar? Mi fotos pinchan. Tienen punctum, ¿o no, Roland? No hay nada contemplativo, está ahí, es eso, lo que respira, lo que parece inmortal y único. Quiero hacer de eso que está ahí todo un mundo. Que no haya nada ni antes ni después. Como en esta foto.





Entradas recientes
Archivo
bottom of page