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8. 2016

Una vez más paso mis primeros días del año en Cruz de Caña, con la naturaleza encima. El año pasado no estaba casada, no vivía en USA, no había publicado un libro.


Ayer un pájaro entró a uno de los cuartos de la casona y no sabía cómo salir. Quise ayudarlo, pero no supe cómo. Apagué la luz para que no se encandile y me quedé un rato quieta, mirándolo desde afuera, intentando mostrarle la salida. No funcionó. Debe haberla encontrado en algún momento durante la noche mientras yo dormía.


Hay seis cachorros de un poco más de un mes durmiendo abajo de la bacha del lavadero. Son labradores, tres beige y tres negros. Voy por lo menos tres veces por día a mirarlos. Después, los agarro. Me quedaría horas haciéndoles mimos.


Las flores abiertas vistas de arriba forman mandalas. Encontré una mariposa gigante que estaba muy quieta: la miré en detalle. No logré decidir si el diseño de sus alas era o no simétrico. Al borde tenía un dibujo como de piel de reptil. En las alas, dos manchas blancas bien definidas, una parecía una punta de flecha o un corazón. Era negra de fondo y las guardas en tonos tostados se superponían armando capas de colores acuarelados. Las alas parecían engancharse al cuerpo desde la parte de atrás de la cabeza, o tal vez haya sido el cuello o los omóplatos. Ahí era peluda y marroncita. Cuando la vi por primera vez esta mañana estaba prendida a la pata de un banco de plaza en el patio colonial de la casona. Estuvo ahí hasta la hora de la siesta. Le costaba moverse. No entendí si estaba creciendo o cerca de morir. O tal vez lastimada. Quise ayudarla y no pude. Uno de los perritos se acostó sobre su mierda y se ensució el lomo. Pensé en limpiarlo, pero no lo hice. Después vino su madre y lo lavó con la lengua. Tengo que entender que no le hago falta a la naturaleza.


Volví al banco para buscar a la mariposa pero ya no estaba. Todos dormían la siesta. Me senté a escribir abajo de la parra. Después de un rato la encontré agarrada del tronco. Parece que sus alas son demasiado grandes, que le pesan. Todavía no la vi volar. Sigo sin saber si es el fin o el principio de su vida, pero en realidad no importa porque da lo mismo. Todos estamos cambiando todo el tiempo. Viviendo y muriendo. Siguiendo la corriente del Tao.


*


En el horóscopo chino soy perro de agua. Alguien de mi familia me dijo que era el año del mono y que vendría un niño a alegrarnos la vida. No creo que sea mío, mi instinto maternal recién empieza a aparecer, lento y preocupado. Prefiero cachorros-peluche que cuando crezcan van a vivir en la casa de otro. Todavía no puedo conmigo. Alan Watts dice que no hay poder más grande que el de dar vida, y en la mujer es natural. Pero dar vida no debería ser un deseo egoísta como el de pasar por la experiencia de hacer nacer. Debería encontrar un equilibrio justo de entrega, amor y capacidad para dejar libre. Para no poseer. Para no esperar nada. Para no dominar. Para dar y dejar fluir. Y amar. Y nada más que eso.


Puede que este sea mi ultimo año de ser sólo para mí.





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